Una vez aprendí que no escasean las ideas extraordinarias, sino la voluntad de llevarlas a cabo. A menudo tenemos ideas geniales, es decir, nos damos cuenta de lo que habría que hacer para mejorar la vida de las personas haciendo lo que nos gusta. Sin embargo, no creemos que merezca la pena centrarse en esa labor pues, o nos resulta trabajoso, o tendemos a pensar que el público no creerá en nuestra propuesta. Sí: público, propuesta y creer en el proyecto.
Una vez abordada la parte psicológica, nos preguntaremos qué debemos hacer para que la idea llegue al público. Primero, desde luego, creer en ella. Estar seguro de que ahí hay algo válido para alguien. A partir de ese momento todo es comunicar, comunicar qué hay de diferente en tu producto respecto de otros similares, pues las ideas que se difunden tienen más posibilidades de vencer que las que no lo hacen. Fijas la vista en el lineal del supermercado y, de repente, descubres algo que te llama la atención… o vas por la calle y te detiene el diseño de un nuevo parque… ¿por qué? En ambos casos, sin saberlo, nos ha detenido una vaca púrpura.
En el caso de quien está creando una nueva idea de negocio, del que quiere crear una empresa, lo importante, al principio, es encontrar los canales de comunicación apropiados, los que más ayuden a presentar su propuesta de valor como algo diferente y atractivo. A eso es a lo que llamo marketing púrpura y que tiene como objetivo hacer al producto competitivo.
En la siguiente entrada: diferencias entre competir y crecer.